sábado, 22 de enero de 2011

Frutos dignos de arrepentimiento.
Mateo 3:1-12
“Arrepientanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”
Esta era la expresión que usaba un hombre con un aspecto curioso, una vestimenta peculiar y una dieta estricta, nos referimos nada mas y nada menos que a Juan el Bautista, una persona con ideas un tanto radicales pero directas, sin rodeos, sin nada que ocultar, simplemente le hacia ver a esta generación la necesidad de arrepentirse de sus malos caminos y que el resultado de ello seria una vida integra llena de frutos agradables.

Dice la Biblia en el versículo 5 que muchas personas de Jerusalén, Judea y toda provincia al rededor del Jordán venían a que fueran bautizados por Juan confesando sus pecados; imagino el rostro de estas personas reflejando cierto grado de esperanza queriendo alcanzar misericordia, tratando de borrar lo malo que había en sus corazones, acciones que  les ocasionaba cierto peso que necesitaban descargar.

Hoy en día, pasa algo similar en el pueblo cristiano, sabemos que hay cosas en nuestra vida que no están bien, pecados que practicamos desde el lugar mas secreto como a la luz publica llegando a tal grado que nos sentimos mal y cuando la carga ya se volvió demasiado pesada llegamos a una disyuntiva en nuestro camino: confieso mis pecados y dejo que Dios quite esa carga o dejo que la carga me venza y caiga sobre mi y me quedo revolcando en el mismo camino vergonzoso que poco a poco me llevara a lo que dice Romanos 1:28 “Como ellos no quisieron tener en cuenta  Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben”. y si seguimos leyendo los versículos 29, 30 y 31 nos menciona el apóstol Pablo una serie de características que lastimosamente están presentes dentro de nuestras iglesias hoy en día: Injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, envidia, homicidios, contiendas, engaños, perversidades, murmuración, calumnias, enemigos de Dios, soberbia, vanidad, inventores de males, desobediencia a los padres, necedad, deslealtad, sin afecto natural, implacables, sin misericordia. Y una de las cosas que mas me impacta de estos versículos es el 32 que dice: “Estos, aunque conocen el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican

Pero la cuestión no esta solo en ver si en mi corazón hay alguna de estas cosas que me hacen sentir mal, agotado, frustrado, sucio o pecador y que cuando ya no puedo acudo a una de las “prestaciones” que tenemos los cristianos que es el pedir perdón por los pecados y en la mayoría de las ocasiones parecería que esto me deja una nueva oportunidad de seguir haciendo lo que mejor me parece, “al cabo Dios me perdona, es su especialidad”.

Nuestro querido amigo excéntrico que platicamos al inicio estaba familiarizado con eso y les dijo a esas personas algo que los hizo retorcerse hasta lo mas profundo de sus huesos “No piensen que se salvarán solo por ser descendientes de Abraham”  (v. 9 TLA), en otras palabras, no piensen que pueden hacer todo lo que quieran solamente porque al fin y al cabo Dios los perdona.

Cuando decidimos seguir a Jesús y creer que Él nos da vida y nos ha hecho libres de las garras del pecado nuestra actitud y forma de vivir cambia, es lo que Juan les decía a los fariseos “Demuestren con su conducta que han dejado de pecar” (v. 8 TLA), nuestra vida tiene que ser el reflejo que Jesús ahora gobierna nuestros corazones, nuestros pensamientos y acciones por lo que el estilo de vida erróneo que mencionamos hace un momento ya no debe ser parte de nuestra rutina diaria, sino que debemos mostrar esos frutos dignos de arrepentimiento, esas cosas que cuando las demás personas vean en nosotros glorifiquen a Dios por lo que estamos haciendo (Mateo 5:16).

No estoy hablando de ser perfectos, porque nunca lo seremos, pero quiero darte una buena noticia que nos dice el apóstol Pablo “Una cosa es clara: antes éramos pecadores, pero cuando Cristo murió en la cruz, nosotros morimos con él. Así que el pecado ya no nos gobierna. Cuando morimos, el pecado ya no tiene poder sobre uno.
Cuando Jesucristo murió, el pecado perdió para siempre su poder sobre él. La vida que ahora vive (Jesús), es para agradar a Dios. De igual manera, el pecado ya no tiene poder sobre ustedes, sino que Cristo les ha dado vida, y ahora viven para agradar a Dios.
Ustedes ya han muerto al pecado, pero ahora han vuelto a vivir. Así que no dejen que el pecado los use para hacer lo malo. Más bien, entréguense a Dios, y hagan lo que a él le agrada. Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, porque ya no son esclavos de la ley. Ahora están al servicio del amor de Dios.” (Romanos 6:6-7, 10-11, 13-14 TLA)
Creo que este pasaje habla por si solo, la clave de todo esto es abandonarnos por completo en Dios, vivir para agradarlo a El.
Dejemos de ser doble cara como los fariseos, que solo querían ser bautizados para los demás los vieran y los siguieran teniendo por “santos” cuando en verdad su vida dejaba mucho que desear.
Quiero animarte a que vivamos una vida que agrade a Dios, que dejemos de ser religiosos, y comencemos a ser un reflejo de Jesús.

2 comentarios:

  1. Qué interesante este sitio, creo que lo voy a visitar mas seguido. Un saludo desde San Salvador

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  2. Qué gusto encontrar un nuevo sitio que visitar :) Desde aqui del otro lado del monitor

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